HISTORIAS SECRETAS: LA PRIMERA BANDERA BONAERENSE QUE PISO LANÚS

Corría el año 1997 y la Provincia de Buenos Aires decidió tener su propio estandarte. Esto no significa que antes no hubiera tenido. De hecho muchas provincias, incluso la nuestra, por razones obvias, al aceptar la Constitución Nacional y a su vez, las leyes que reglamentan su ejercicio, al no tenerlas, automáticamente es como si su bandera provincial es la misma nacional. De hecho, muchas provincias lo sostienen de esa forma hasta la actualidad.

Empecemos contando que la enseña provincial fue elegida por alumnos de colegio entre varios diseños que se presentaron en -curiosamente- el programa Video Match de Telefé. También curiosamente entre los varios diseños que se presentaron, a su influyente conductor Marcelo Tinelli «le gustó» uno en particular, el cual fue elegido por gran parte de los niños de la provincia. Aún no se pudo saber a ciencia cierta si dicha elección fue espontánea, es decir, el conductor dijo que le gustaba de motu propio, o dicha opinión fue guionada por alguien. Lo cierto fue que esa bandera fue la elegida y fue jurada el 14 de noviembre del mismo año en la Basílica de Luján. Después, a más de dos décadas, su elección fue algo anecdótico.

El paño es de forma rectangular y su campo presenta dos fajas apaisadas de dimensiones iguales: la superior es azul, la inferior verde y entre ambas, una línea horizontal roja.

En el centro exhibe un círculo compuesto por un sol naciente amarillo en el campo superior y en el inferior, un girasol de cinco pétalos del mismo color, con su centro semicircular en rojo.

Como ornamentos exteriores al círculo, se destaca una media corona de laureles verdes en la faja superior que enmarca al sol y un medio engranaje azul de seis dientes que hace lo propio respecto del girasol.

El color verde representa la pujanza de nuestros campos y llanuras, donde históricamente se desarrollaron la agricultura y la ganadería. El azul simboliza los ríos que surcan nuestro territorio, el Mar Argentino que baña sus costas y el cielo que lo cubre. La línea roja, que marca el horizonte infinito que divide el suelo y el cielo en la extensa superficie provincial, alude al ideario federal y el amarillo, a la fecundidad de la producción.

Por su parte, el sol hace referencia al resplandor y los laureles remiten a la gloria. La rueda dentada es una alegoría de la producción industrial, mientras que la media flor de girasol lo es de la agropecuaria.

Lo cierto es que el Gobernador de aquel entonces, Eduardo Duhalde la fue enviando a todos los municipios («y que sea lo que Dios quiera»), pero antes realizó una «Edición Limitada». Si uno ve las Banderas Bonaerenses de los municipios, o la de las escuelas o reparticiones públicas en la actualidad, las mismas son «estampadas» o bien «sublimadas» (es decir, impresas en la tela en serigrafía, una técnica que hoy se usa para imprimir logos en tazas, platos, llaveros, etc). En esa edición limitada, las banderas que llegaban a los municipios eran lujosamente cosidas y bordadas. Un verdadero trabajo artesanal. Dicha edición, llegaba a manos de cada intendente, quienes serían los responsables de exhibirlas en cada despacho, por ende, no había tantas de esa edición, eran para unos pocos. Luego llegarían las versiones estandar que se distribuirían masivamente.

Por supuesto, en Lanús de aquel entonces, gobernaba Manuel Quindimil, el cual recibió el envío desde la provincia, muy amablemente lo introdujo dentro de un sobre -o bien alguno de sus colaboradores-, y lejos de exhibirlo, porque se vió que no le gustaba, o bien no le dió importancia, en cuestión ese estandarte terminó dentro de un cajón de un escritorio del cuarto piso del Municipio. Pero no en secretaría, ni en privada, ni en ceremonial. Directamente dicho sobre habría terminado «encajonado» en Prensa. Como si se tratara de una nota de un medio opositor que no quisieran que se vea. A tantos años lo vemos como un absurdo.

Y tal como una «cápsula del tiempo», la bandera durmió su sueño injusto por casi una década. Algunas oficinas que funcionaban en el cuarto pasaron al primero y al segundo. Algunos mobiliarios fueron cambiando pero otros no, y dicho escritorio no cambió pero lo que si lo hicieron fueron los empleados, ya que con el correr del tiempo, y por cuestiones de lógica, algunos se fueron jubilando.

En un momento dado, El Municipio lanza su estandarte, el cual hoy sólo subsiste a modo de «souvenir» en el deliberativo lanusense. Lo cierto que fue realizado por alumnos y docentes de la zona, teniendo sus significados alegóricos, y el mismo sigue vigente, si bien esta gestión no lo usa, ya que lo reemplazó por un «isologotipo», al igual que el escudo municipal, no se puede hacer desaparecer. Seguirá vigente aún después de cualquier gobierno local.

En aquel momento un medio local averiguó en base al mismo cuales eran las tramitaciones pertinentes para conseguir dicho estandarte en el caso de instituciones, ONGs, etc, descubriendo que era muy fácil y accesible. Desde ya que el estandarte local es totalmente estampado -ignoramos si hubo versiones «de lujo», pero suponemos que no las hubo-.

Siguiendo con esa línea, hizo diversas averiguaciones respecto a como conseguir la bandera bonaerense y, ante la sorpresa, un empleado municipal le contó esta historia, de una bandera legendaria «oculta» en el tiempo, y no solo se la contó, sinó también le entregó el sobre (un enorme paquete de papel madera con los logos de un diario que miente), que había dentro de un escritorio que «viajó» por varios pisos del municipio, y también por cerca de una década. Una linda historia para conmemorar el Día de la Bandera.