
POR MARTA SANTOS –
Nuestro trabajo no tiene más dificultades que las que enfrentan los demás trabajadores, hasta que aparecen las campañas políticas. Allí todo se complica porque se intensifican las maniobras de ataques y agravios.
La mayoría de los gobiernos no acepta la crítica, la diferencia de opinión, las notas donde se ponen en evidencia alguna de esas cosas que no quieren que se comente. Y allí salen los defensores de lo indefendible, calumniando y poniendo en duda la conducta de los que informamos. Es simple: si uno no quiere que se multiplique un microbio tiene que eliminar el caldo de cultivo. Un ejemplo de ello es el dengue. No tenga agua estancada para su reproducción y el mosquito no deja sus huevos. Por eso, si no les gustan las críticas, no tengan ni fomenten conductas que den lugar a esas críticas.
A ver: nadie es perfecto, pero se puede intentar y lograr hacer las cosas bien. Si los periodistas pedimos alguna explicación es porque los vecinos las solicitan. No es curiosidad malsana, es el trabajo. Den las explicaciones, digan la verdad y después háganse cargo de los errores, si los hay. Corríjanlos. No se cuiden las espaldas unos a otros. No alimenten a la corporación del engaño.
Y no ataquen, no hace falta. El diálogo en calma es el mejor camino para el entendimiento.
La obtención de información es difícil. Siempre lo fue si uno pregunta sobre cosas que se quieren mantener ocultas. Sean honestos, sencillos, y reconozcan que todos tenemos derecho a preguntar y a saber. Nada más.
Y paren con los trolls, no importa a quien pertenezcan, que lo único que hacen es ofender porque no tienen argumentos ni nada bueno para mostrar.
Son tiempos difíciles. El combate del virus necesita buenos modos, paciencia y contención de la angustia de la gente. Porque aún estamos tristes por las consecuencias del virus.
No importa la campaña política.
Se han perdido demasiadas vidas.