10 tradiciones inusuales para las celebraciones de fin de año

En todo el mundo, las celebraciones de fin de año reúnen prácticas tan variadas como originales. Entre los trolls bromistas de Islandia, las escobas escondidas de Noruega o las ofrendas a la diosa del mar en Brasil, cada país celebra el paso al nuevo año a su manera, combinando creencias ancestrales, simbolismo y creatividad. A medida que se acerca el año 2025, lepetitjournal.com desvela un viaje cautivador al corazón de las costumbres más insólitas del mundo.

Un festín de 12 platos en Polonia

En Polonia, la Navidad es una oportunidad para celebrar la fe y los lazos familiares a través de una fiesta única: Wigilia, que comienza en cuanto cae la primera estrella en el cielo. Los invitados primero intercambian el opłatek, una fina hostia bendecida, compartiendo deseos y perdón. Cada plato, 12 en total, evoca a los 12 apóstoles y refleja recetas ancestrales locales. Pero la particularidad de la tradición es que es necesario degustar platos cuyos ingredientes provienen de la tierra, los árboles, el agua y el bosque. Por lo tanto, la costumbre dicta que no debe haber carne ni alcohol alrededor de la mesa. La carpa, cocida en gelatina o empanizada, es un plato estrella, al igual que los pierogi, raviolis cubiertos con chucrut o champiñones.

Los trece trolls navideños en Islandia

En Islandia, los “Yule Lads” aportan un toque divertido e incluso travieso a las festividades. Se trata de trece trolls, de cuentos tradicionales, que visitan las casas las 13 noches previas a Navidad. Cada troll tiene una personalidad única: Stekkjastaur acosa a las ovejas, mientras que a Gáttaþefur le encanta el olor del pan recién horneado. Los niños esperan ansiosamente sus visitas, colocando zapatos en los alféizares de las ventanas. El comportamiento ejemplar les otorga premios, pero el comportamiento menos impecable puede ser castigado con una patata podrida.

Ofrendas a Iemanjá, la diosa del agua en Brasil

El Año Nuevo en las playas brasileñas está iluminado por una tradición tan poética como espiritual: las ofrendas a Lemanjá. La diosa del mar, profundamente venerada en la religión afrobrasileña del Candomblé, es vista como protectora y benefactora. Cada año, los fieles se reúnen vestidos de blanco, símbolo de paz y pureza, para rendirle homenaje.

Los participantes arrojan flores, joyas, perfumes o velas al océano, con la esperanza de que estas ofrendas sean aceptadas. Si las olas se llevan los regalos sin rechazarlos, esto se interpreta como señal de que los deseos para el próximo año se cumplirán. Otro ritual consiste en saltar siete olas consecutivas, una por cada día de la semana. Cada salto va acompañado de un deseo, reforzando la idea de que Lemanjá, como guardiana de las aguas, otorgará su bendición para superar los desafíos del año.

La Noche de los Patines en Colombia

En Colombia, el mes de diciembre está marcado por celebraciones alegres y festivas. Después del Día de las Velitas, donde las velas iluminan cada rincón de las ciudades, «La Noche de los Patines» atrae a miles de familias y amigos sobre sus patines. Las avenidas de grandes ciudades como Medellín o Bogotá se transforman en un festival itinerante, donde resuenan la música y las risas. Los vecinos recorren los barrios decorados en busca de chocolate caliente o buñuelos, unos sabrosos donuts fritos.

Platos rotos en Dinamarca

Los daneses prefieren recibir el Año Nuevo rompiendo platos delante de las puertas de sus seres queridos. El gesto, aunque parecido a una exuberante muestra de afecto, tiene su origen en rituales paganos. Cuanto mayor es la pila de piezas de porcelana, más augura un año marcado por la amistad y la prosperidad. Mientras algunas familias participan con entusiasmo, otras recurren a reservas especiales de vajillas “sacrificables”, lo que demuestra una preparación casi recreativa para una costumbre ruidosa pero benévola.

Misa sobre patines en Venezuela

Caracas vive una Navidad única con sus misas celebradas por fieles en patines. Las carreteras, cerradas para la ocasión, se convierten en escenario de una alegre procesión donde niños y mayores se deslizan por el asfalto al ritmo de la música. Las iglesias decoradas dan la bienvenida a estos creyentes atípicos, ilustrando una fusión perfecta entre creatividad y espiritualidad. Pero la tradición va acompañada de un detalle inusual. Por la noche, los niños se atan cuerdas a los dedos de los pies y dejan el extremo colgando por la ventana. A la mañana siguiente, los patinadores que pasan tiran de las cuerdas para despertar a los niños e invitarlos a participar en la misa.

Sopa en el techo en Eslovaquia

En Eslovaquia, la comida navideña se convierte en una escena cómica y caótica con el ritual del pudín proyectado en el techo. Lokše, un pudín eslovaco, lo lanza vigorosamente el jefe de familia, y su capacidad para pegarse al techo se considera un presagio de prosperidad para el próximo año. Cuanto más tiempo permanezca la comida pegada al techo, más próspero será el año que viene para la familia. Las risas están garantizadas y el techo manchado se convierte en un recuerdo festivo duradero.

El fuego catártico en Ecuador

En Ecuador, las festividades de Año Nuevo culminan con la quema de «años viejos», maniquíes de papel maché que representan figuras públicas, recuerdos personales o símbolos del año pasado. A medianoche, las calles arden con estos fuegos simbólicos, que purifican las energías negativas para dar paso a la esperanza. Esta espectacular tradición encarna la transición a una nueva etapa, donde cada llama baila para significar renovación.

Escobas escondidas en Noruega contra las brujas

En Noruega, las tradiciones navideñas ahondan en un pasado místico. Según una antigua creencia, las brujas y los espíritus malignos deambulan por las calles en Nochebuena. Por lo tanto, las familias esconden cuidadosamente sus escobas para evitar que sean robadas y utilizadas en rituales malvados. La superstición suele ir acompañada de un ritual luminoso: las velas colocadas en las ventanas simbolizan calidez y protección contra fuerzas invisibles.

Caminando por la cuadra con una maleta vacía en México

En México, la transición al nuevo año está marcada por el ritual de la maleta vacía que simboliza la aspiración de viajar. A medianoche es habitual coger una maleta vacía y recorrer el barrio. Algunos lo hacen caminando tranquilamente, otros corriendo, en un ambiente a menudo alegre y festivo. La tradición también está arraigada en la cultura sudamericana (en Colombia y Chile en particular), donde los viajes y las nuevas experiencias se consideran formas de ampliar los horizontes. Los lugareños dicen que cuanto más entusiasta sea el recorrido, más numerosos y memorables serán los viajes.